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¿Por qué enfermamos? ¿Cómo enfermamos?

La enfermedad es lo que entendemos como lo opuesto a la salud, es una alteración en el equilibrio de nuestro organismo, producido por una alteración física o mental.
Para sentirnos bien, necesitamos que nuestro cuerpo funcione en sintonía, igual que lo hace  una orquesta que está cuando todos sus componentes están bien sincronizados e interpretan una melodía de manera perfecta.
Nuestro cuerpo es algo más que una máquina perfecta.
Es algo tan complejo y sutil que cuando se altera ese equilibrio interno, resulta complicado volver a restaurarlo. La medicina científica (convencional) trata esos desajustes mediante compuestos químicos y cirugías, dirigidas a cortar el proceso de la enfermedad. Y aunque en ocasiones resultan efectivas sus terapias y se "pudiera" decir que curan, no podríamos decir que SANAN. Sanar y curar son dos términos muy diferentes que la gente suele aplicar para definir un mismo concepto, el de restablecer la salud después de una crisis.
¿Cuantas veces hemos dicho u oído decir a alguien que un médico es muy bueno porque le ha curado sus dolencias? Muchas ¿Verdad?  Sin embargo, estar sano es mucho más que no estar enfermo, ya lo dice la OMS La salud es Un estado de bienestar físico, mental y social. Como podemos ver, va mucho más allá de la mera ausencia de dolor o malestar físico.
Es precisamente ese el motivo, por el que cuando pensamos que el médico nos ha curado con sus tratamientos, no estamos Sanados.
Podemos consideraros sanos cuando nuestro cuerpo y nuestra mente fluyen en sintonía y la fuerza y la energía las sentimos en niveles altos. Aunque el médico haya cortado el proceso de una enfermedad con medicamentos, eso no significa que nuestro organismo esté sano, para alcanzar ese estado, necesitaremos más tiempo, hasta que el complejo mecanismo interno de nuestro cuerpo vuelva a funcionar al unísono igual que la orquesta sincronizada. Es Entonces cuando la mente se alinea con el  cuerpo y se restablece dentro de nosotros la SALUD.

La mente y el cuerpo deben estar conectados, sin esa conexión, la energía se dispersa, la persona se  siente débil, porque el cuerpo está un plano ajeno a la atención que necesita. La mente, es ese vigía interior que vela y protege al cuerpo, porque de lo contrario sería algo parecido a caminar ciegos por la vida.
El ritmo trepidante de las ciudades, las exigencias tan enormes que nos hemos impuesto, esclavizan y torturan esa paz que necesita la mente y el cuerpo para el buen funcionamiento de nuestro equilibrio interno. Lo peor de todo, es que tan acostumbrados estamos a este frenesí, que cuando nos salimos de él, y sentimos ese descenso de actividad, percibimos un vacó interno que nos perturba y nos incomoda, hasta el punto que recurramos a buscar rápidamente una actividad o compañía que nos rescate de ese contacto que se ha establecido con nuestro verdadero YO. 

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